Se podría decir que toda lectura contribuye a crear el texto y cada lector es co-autor. Hay tantos caminos como lectores y mil maneras de leer un libro.
El lector tradicional avanza en su lectura con la certidumbre de ir hacia un desenlace que iluminará retroactivamente las secuencias leídas; el de hipertexto elabora su propia intriga en el interior de un mapa que hay que reconstruir y al que debe dotar de sentido. Se ve más inclinado por arañar la superficie de los textos que a sumergirse en la historia y sondear la mente del autor. La lectura se vuelve más utilitaria y casual.
Bolter explica que la hiperficción requiere de 2 elementos:
- episodios (temas)
- puntos decisivos entre los episodios (enlaces)
Mientras el hipertexto es utilitario; la literatura (en su versión clásica) es diversión. El jardín de los senderos que se bifurcan es un espacio fluido a explorar por el simple placer del viaje. El lector lo recorre de principio a fin, sin saltarse un solo párrafo con la intención de descubrir el enigma del laberinto y la motivación del asesinato cometido por Tsun.
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