■ Jorge Luis Borges:
"Los hombres pasan su vida buscando la salida del laberinto, si logran salir sólo se dan cuenta de que están circunscritos en otro laberinto de mayor tamaño y así sucesivamente".
La estructura de El jardín de los senderos que se bifurcan es un laberinto, una telaraña, un mapa de múltiples relaciones, donde uno nunca sabe que le depara ni que camino debería tomar. Ninguna explicación es posible y, al mismo tiempo, todas son posibles.
Para Borges los laberintos son de carácter infinito. Carmen Gil Vrojlik (Estructuras no lineales de la narrativa) los denomina "laberintos de la inmanencia". La autora hace una inteligente diferencia entre 2 tipologías de laberintos:
- los físicos. Por ejemplo. El camino que Yu Tsun ha de recorrer para llegar a la casa del doctor Stephen Albert en Ashgrove. Tsun dobla a la izquierda en cada encrucijada del sendero (procedimiento común para descubrir el patio central de los laberintos).
- los verbales, más complejos e intangibles. El paradigma es la creación de Tsui Pên: laberinto y libro son uno mismo, donde el verdadero placer es perderse. En este libro se podrían encontrar todas las claves de la existencia, por lo tanto todas las preguntas y todas las respuestas. La cuestión no se reduce a qué contiene el libro, si no a cómo se debe leer.
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